08 octubre 2008

Los recuerdos puestos a prueba...

Hay que haber empezado a perder la memoria, aunque sea sólo a retazos, para darse cuenta de que esta memoria es lo que constituye toda nuestra vida.
Una vida sin memoria no sería vida…Nuestra memoria es nuestra coherencia, nuestra razón, nuestra acción, nuestro sentimiento. Sin ella, no somos nada…
Luis Buñuel


Imagine qué pasaría si no pudiese recordar su nombre, donde vive, como llegar a su lugar de trabajo o estudio, a que personas conoce y a quienes no; como comer una alcachofa, como utilizar una cuchara, como subir una escalera o como atarse los zapatos; imagine que cada cosa que hace se le olvida segundos después o que solo tiene recuerdos hasta 10 años atrás y que se quedó “estancado” en esa época. Lo más probable es que ni siquiera pueda imaginar o dimensionar tal situación y en el caso de que pudiera, tampoco se daría cuenta; ya que los recuerdos y nuestra mente nos permiten dar una continuidad al mundo que nos rodea, dar coherencia a nuestra vida y sentir que tenemos una historia con un presente y un pasado.
En la película Memento de Christopher Nolan, el protagonista no puede recordar hechos más allá de unos cuantos segundos, lo que trata de solucionar escribiendo notas (afeitarse, bañarse, ir de compras, etc.) y pegándolas en todas partes para así poder mantenerse, al mismo tiempo que toma fotografías de personas que conoce y se tatúa en el cuerpo datos de mayor importancia que le ayudaran a cumplir su objetivo principal. Otro caso que nos ayudaría a ilustrar esta idea es la historia de Jimmie G. que relata Oliver Sacks en el libro “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero”:
“-¿En qué año estamos señor G.?..
.-En cuál vamos a estar, en el cuarenta y cinco… [Estaban en el 1975]
-Y usted Jimmie ¿qué edad tiene?...
-Bueno, creo que diecinueve, doctor. Los próximos que cumpla serán veinte…
-Mire - dije y empujé hacia él un espejo -Mírese al espejo y dígame lo que ve. ¿Es ese que lo mira un hombre de diecinueve años?
Palideció de pronto, se aferró a los lados de la silla.
-Dios Santo- cuchicheó- Dios mío, ¿qué es lo que pasa? ¿Qué me ha sucedido? ¿Será una pesadilla? ¿Estoy loco? ¿Es una broma?...”
En ese momento el doctor le quitó el espejo, lo acercó a una ventana y unos 2 minutos mas tarde volvió hacia Jimmie. Este lo miró con una sonrisa y saludándolo como si nunca lo hubiese visto en su vida.
Este fuerte relato de la vida real nos puede ayudar a comprender y a valorar el poder de la memoria, que quizás muchas veces es considerada por el común de la gente simplemente como el proceso de “memorizar” algo, ya sea un número de teléfono, una fecha de cumpleaños o una fórmula matemática, y no como lo que verdaderamente es ni el rol que cumple en nuestras vidas.

Pero esta memoria, aunque no padezcamos algún tipo de déficit, no es perfecta, ya que no podemos recordar cada detalle de lo que hemos vivido, ni cada hecho preciso de algún acontecimiento. Nada mas intente recordar que hizo el 23 de Junio de 1991 a las 15:46 hrs., o de que color era el esmalte de uñas de la mujer que le entregó la boleta del supermercado la última vez que fue de compras, y se dará cuenta de que difícilmente puede recordar alguna de estas cosas a menos que haya ocurrido algo inusual en ese momento que le permitió guardar ese recuerdo a través del tiempo.
¿Es esto una muestra de imperfección? No precisamente es así. Trate de imaginar (nuevamente) que puede recordar cada cosa que ve, que escucha, que toca, que siente, que huele y que percibe en general; que recuerda cada palabra que dijo el conductor de las noticias, cada pensamiento que ha tenido a lo largo de su vida, cada cifra que ha leído en los periódicos y cada olor que ha sentido el día de hoy. Si así fuera, posiblemente no podría captar las ideas generales de las cosas y dar una continuidad a las mismas, ya que su mente estaría repleta de recuerdos. Borges, en su relato “Funes el memorioso” cuenta la historia de un hombre que recuerda toda su vida, hasta la más mínima piedra del suelo, y todas las hojas de todos los árboles que ha visto, pero que se le es imposible abstraer o entender ciertas cosas que para cualquiera sería muy sencillo, como entender por qué un perro tiene el mismo nombre aquí o una cuadra mas allá. Además Alexander Luria escribió sobre un hombre (un hecho real) mnemonista, que al igual que Funes, recordaba miles de datos y acontecimientos, pero que también se le hacía imposible captar conceptos abstractos y cada vez que leía algo podía memorizar cada palabra pero no era capaz de entender la idea del texto.



Cabe ahora preguntarse, ¿Cuánto podemos confiar en nuestros recuerdos?







ESTA ENTRADA LA FIRMO YO, HAWEESMO, PERO LA ESCRIBIÓ:

-----------CHANTAL MÁRQUEZ B.


AGRADECIMIENTOS A ELLA Y CRÍTICAS A MI, JEJE.

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